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Alberto Giordano: «Siempre hubo un impulso para escribir sobre mi papá»

En el suplemento Número Cero, de La Voz del Interior, de Córdoba, el domingo 6 de septiembre de 2020, Gustavo Pablos le hizo una entrevista a Alberto Giordano a raíz de Volver a donde nunca estuve. Algo sobre mi padre, ya disponible en librerías de Chile y Argentina.

 

"Siempre hubo un impulso celebratorio moviéndome a escribir sobre mi papá. Celebrar el gusto por la música, por el cine, por las historias amorosas, por la generosidad”, explica Alberto Giordano, quien acaba de publicar Volver a donde nunca estuve. Algo sobre mi padre.

Desde hace varios años, el ensayista y crítico rosarino viene posteando en Facebook textos autobiográficos de dispar extensión y tema, experiencias del pasado y del presente más cercano, recuerdos y curiosidades de la vida familiar y social, de sus amistades y del ambiente literario, así como opiniones sobre discos y libros, entre muchas otras.

Un porcentaje de estos textos, que forman parte de su diario, fueron reunidos en los volúmenes El tiempo de la convalecencia, El tiempo de la improvisación y Tiempo de más (de próxima aparición).

Volver a donde nunca estuve reúne los fragmentos de su diario relacionados directa o indirectamente con su padre. y surgió a partir de una invitación que le hiciera el editor y escritor chileno Alfonso Mallo.

“Si bien Alfonso no escribió nada del libro lo considero una especie de coautor, porque tuvo la idea y además la realizó –comenta–. Pensó la composición, armó constelaciones y series siguiendo criterios a veces temáticos y otros estéticos. Y después de esa primera etapa, trabajamos durante un mes a cuatro manos”.

–¿Qué fue lo que te impulsó a escribir sobre tu padre?

–Siempre me gustaba hablar de mi papá con mis novias o con las mujeres de las que me había enamorado. Les contaba historias, dichos, puntos de vista de él que me parecían curiosos, y lo hacía de un modo bastante infantil, como para volverme interesante yo mismo por ser el hijo de ese hombre. Eso lo seguí haciendo con mis amigos. Algunas cosas las vengo contando desde hace 30, 40 años. pero con el tiempo he ido cambiando mucho el punto de vista. Lo que al principio contaba para mostrar lo admirable que era mi papá, ahora lo cuento con una clave irónica, como diciendo qué entrañable que era mi papá cuando yo creía que era alguien más dotado de lo de lo que realmente era.


La propia infancia

En estos fragmentos el autor hilvana un recorrido por su propia infancia, por la época en que el padre se separa de la madre y abandona casas, trabajo y propiedades y se va a vivir a otra ciudad, los viajes que ambos debieron realizar para reencontrarse, hasta los años en que su padre estuvo internado en una clínica de rehabilitación en Córdoba.

También hay lugar para la admiración y el amor compartido por la música, las mujeres y el cine, así como los enojos y los desencuentros. “Escribí para mantener vivo el interés en su figura, tal vez para volverlo todavía más interesante de lo que realmente era, una especie de personaje novelesco”, señala Giordano. Y añade: “Este trabajo de novelización (aunque no haya nada de ficción, todo lo que cuento es real, pero la escritura lo transforma en algo novelesco) es una forma de apropiarme de su historia y de mi lugar en su historia, y de volver a su historia tributaria de la mía, y de enlazar la historia de mi hija, ‘los Giordano’. Pero apropiarme de todo eso sin que ese universo familiar pierda su rareza y su misterio”.


Escribir sobre uno mismo

—¿La escritura te puso en una posición diferente respecto del recuerdo de tu padre, y también de vos mismo como padre?

–Creo que desde que comencé a escribir diarios o pseudodiarios en Facebook, vengo inmerso en un proceso de modificación y apropiación del vínculo con mi papá, y también de mi pensamiento respecto de la paternidad. Y esta escritura rememorativa, reflexiva, introspectiva, sin un propósito claro para mí mismo, tuvo una acción múltiple. Por un lado, aligeró todo eso de una carga sentimental densa, lo volvió más liviano y fluido; por el otro, me permitió apreciar de cerca y muy matizadamente la ambigüedad constitutiva de la figura del padre y de los vínculos familiares. No es algo que logre sólo por la escritura, pero escribir sobre la relación con mi papá y simultáneamente sobre la relación con mi hija me permitió ir reinventando la novela familiar y volverla más dichosa y estimulante, más propia.

–En varias ocasiones has dicho que esta clase de textos cumplen, de alguna manera, con la función de ejercicios espirituales...

–La idea de las escrituras de sí mismo como ejercicio espiritual es algo que siempre me interesó estudiar en todo tipo de escrituras autobiográficas. Cómo al escribir sobre uno mismo. además de proponer imágenes para el reconocimiento de los demás, a veces uno escribe para modificarse, escucharse y reconocerse en algo que había pasado inadvertido. Este conjunto de actividades tuvo una eficacia en términos de un cierto ascetismo sentimental. Me ayudaron a desprenderme de representaciones, imaginarios y sentimientos que resultaban muy pesados, porque o bien se encaminaban por la vía de la idealización de la figura paterna, o bien por una especie de vía de depreciación de mí mismo como alguien débil, no capacitado para la vida. Aligerar eso, observarlo irónicamente, tuvo ese efecto de desprendimiento que yo considero una suerte de gimnasia espiritual y que me deja en unas relativas mejores condiciones para moverme en la vida.

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