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Foto del escritorBulk Editores

Entrevista con Roberto Appratto

Daniela Pasik entrevistó al autor de Íntima • El origen de todo a raíz de su participación, el martes 10 de mayo de 2022, en la mesa «Paternidades y maternidades en cuestión» que tendrá lugar en la Feria del Libro de Buenos Aires en el marco de los Diálogos con Latinoamericanos, y que compartirá con Katya Adaui y María Negroni, con la coordinación de Natalia Ginzburg.


Roberto Appratto en el Festival de Poesía de Rosario, 2015
Roberto Appratto en Rosario (2015)

«La literatura se trata de ser sincero, lo importante es que haya verdad», dice Roberto Appratto, autor y crítico uruguayo que cruza el charco para sumarse al Diálogo de Escritoras y Escritores de Latinoamérica que se va a realizar entre el 7 y 10 de mayo. Es poeta y novelista, o al revés. También es ensayista y docente. Estas facetas lo hacen tan erudito como entretenido. Gran parte de su obra se basa en sus experiencias personales y a lo largo de novelas como Se hizo de noche (2007), 18 y Yaguarón (2008), Como si fuera poco (2014) o Mientras espero (2016) fue armando uno de los proyectos autobiográficos más consistentes de la narrativa reciente de su país.


«En mi indagación autobiográfica, sea o no familiar, estoy hablando de mí, pero como un tipo que tiene ganas de cubrir la vida con la literatura. Mi intención es llegar a la realidad con la escritura. Lo que me interesa es estar presente en mis textos».


Esa búsqueda comenzó en 1993 con Íntima, una novela que explora, a partir de la música, la relación con su padre. En El origen de todo, de 2020, piensa a su madre a través del cine. El binomio salió el año pasado por Bulk Editores y, por primera vez, se consigue en la Argentina. «Con este libro cierro el ciclo de lo familiar. Y terminé el siguiente, Apuntes de clase, un trabajo sobre mi relación con la escritura y la docencia. O sea que sigo con lo autobiográfico, pero desde otro lado», dice. Pero no ha terminado. Al menos no para la Feria.


«Paternidades y maternidades en cuestión» es el nombre de la mesa que lo va a reunir, el 10 de mayo, a pensar junto a la peruana Katya Adaui y la argentina María Negroni, cómo se hace literatura usando como materia prima las relaciones filiales.


–¿La verdad en la literatura existe solo en lo autobiográfico?

–Puede ser una realidad propia, pero también una ajena. Yo podría escribir sobre cualquier otra cosa, además de mi vida, pero lo que siempre necesito es que me toque alguna fibra.


–¿Tiene que ver con tu perfil poético?

–En mi trabajo, la poesía y la narrativa se retroalimentan permanentemente. Agradezco mucho tener todos esos años de escribir poesía antes, porque ayudó mucho. Después pasó a ser mi estilo. Lo que más importa en la escritura es no mentir, no mentirme. Por el mismo lado que ataco un poema, encaro las novelas. Y eso busco, también, cuando leo.


–¿Encontrás un punto en común en la literatura que se está haciendo en América Latina?

–He estado leyendo sobre todo autoras. De México me interesa Guadalupe Nettel, en Ecuador está Mónica Ojeda y me gusta de Colombia Carolina Sanín. ¡Qué lo parió! Son impresionantes. Y de la misma generación, nacidas en los 70. De la Argentina están ahí Mariana Enríquez y Samanta Schweblin, y en Uruguay Fernanda Trías. Y creo que hay una aproximación muy parecida, una intención de lograr una entidad propia, manteniendo las referencias y estilos de cada lugar. Desde la región estamos mostrando, en la literatura, que no necesitamos modelos extranjeros. Porque tenemos los nuestros. Al fin, después de tanto tiempo, nos reconocemos a nosotros mismos, miramos hacia las referencias locales. Eso, a la vez, nos hace diferentes, porque cada lugar tiene las propias.


–¿Hay condicionamientos políticos y/o sociales al escribir desde esta región?

–Estamos obligados a tomar conciencia desde dónde estamos escribiendo. No como una lucha de liberación, sino de autoafirmación. La gran pregunta es ¿qué implica estar acá ahora? Y entonces, se contesta a eso con un poema, una novela. Vivimos en una realidad que a todas luces es complicada. No hay buenos y malos, se escribe en el medio de lo confuso, lo cruel, lo terrible. Entonces acá estamos, tratando de expresar el lugar propio en todo eso y ver qué responsabilidad tenemos, qué podemos hacer. No sé si todo eso es una ventaja o no, pero es la circunstancia.


–¿Para quién se escribe?

–Todo el mundo dice que nadie lee. O que se lee mal. O porquerías. Decir eso no arregla el problema. Como escritores no podemos hacer más que tratar de aportar a no hablar de que no se lee, sino a hacer que se lea. Desde este lugar del mundo, quienes encontramos la posibilidad de estudiar, leer, escribir, formarnos, juntarnos con otra gente que hace lo mismo, tuvimos un privilegio. Y creo que es una obligación casi política transmitirlo. Que el privilegio que circule. Para eso se escribe.


–¿Qué implica venir a la Feria?

–En 2015 fui al Festival de poesía de Rosario y esa fue la última vez que estuve en Argentina. Esta va a ser mi primera Feria del libro de Buenos Aires. Por lo que he sabido, es una maravilla absoluta, una fiesta en donde lo importante es encontrarse con otros para compartir experiencias. Yo, además de todo eso, voy a comprar libros. En 2017 estuve en el Festival de Cuenca, en Ecuador. Y desde 2019 no salí más de Uruguay. Así que ahora tengo mucha expectativa. Ya esta entrevista es una especie de precalentamiento. Va a estar buenísimo. Por los libros, por la gente y por todo.


© Revista Ñ, diario Clarín, 27 de abril de 2022.

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